Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 17 de julio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Vildósola y Sr. Nocedal
Número y páginas del Diario de Sesiones 106, 2.784 a 2.786
Tema: Diputación foral de Vizcaya

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Cualquiera diría al oír al Sr. Nocedal que Vizcaya ha dado siempre Diputados liberales y que no ha dado nunca carlistas hasta que ha habido la actual Diputación.

Yo no tengo inconveniente en seguir el consejo de su señoría: me parece bueno el consejo; no es más sino que para el efecto del Sr. Nocedal me parece completamente inútil, porque al fin y al cabo no había Diputación, como la ha Ilamado el Sr. Nocedal, intrusa, cuando se sublevaron allí contra el Gobierno auxiliados por la Diputación foral, y eso que entonces la Diputación foral era elegida por la Junta de Guernica; no había esa Diputación intrusa; no la había tampoco cuando se han sublevado otras veces, puesto que constantemente han estado sublevándose contra la idea liberal, si no ya con las armas en la mano, constantemente han mandado representantes aquí de esas ideas, y de eso me duelo yo; me duelo, señores, de que hayan adoptado aquellas provincias fueristas el sistema de mandar aquí representantes reaccionarios, con ligeras excepciones, lo que viene a demostrar a España y manifestar al país que unen la causa fuerista con la de la reacción, en lo que hacen mal, porque el día en que el país arroje de una vez para siempre la reacción, es posible que con la reacción se vayan los fueros, y si quieren conservarlos, que no hagan eso. El país y el Gobierno, representante de la Nación española, no ven con malos ojos los fueros de las Provincias Vascongadas; pero lo que no pueden menos de ver el Gobierno y el país con malos ojos es que pidiendo los fueros y libertades para sí, quieran la reacción y el despotismo para los demás; eso no. Por consiguiente, quien enlaza los fueros con las cuestiones políticas son las Provincias Vascongadas, y de eso, repito, me lamento.

Pero el Sr. Nocedal es tan hábil, que en la exposición de lo que ha pasado aquí parece ser que ha demostrado tan claro como la luz que nos alumbra que el Ministro de la Gobernación ha sido engañado por el gobernador, y que el gobernador había sido engaño a su vez, o que ha tenido intención de engañar al Gobierno.

Pues bien; todo lo que S. S. ha contado es lo que me ha contado el gobernador; pero siempre resulta lo siguiente: que los diputados generales abandonaron la Diputación. Es verdad que el uno estaba tomando baños a unas cuantas leguas, a dos leguas, señores, de Bilbao y que en pocas horas podría llegar; pero, a pesar de los avisos dirigidos por los diputados segundos, ese señor diputado general, en momentos de apuro en la provincia, siguió tomando baños, y el otro diputado general que estaba también a pocas horas de Bilbao tampoco pudo ir, porque cuando se le avisó del peligro que había se puso enfermo: es decir, que el uno porque no quiso dejar los baños y el otro por seguir enfermo, el hecho es que ninguno fue a su puesto como debían ir, donde estaban las autoridades, el representante del Gobierno, el corregidor de Vizcaya, para defender el orden contra la intranquilidad y el desorden y la perturbación, que si hubiera triunfado, podrían también haber peligrado los fueros. Yo ya sé que el señor Urrutia estaba como segundo; claro está, porque los segundos sustituyen a los primeros en la ausencia de estos; pero debían ser llamados aquellos, porque en momentos difíciles y de peligro no hay razón para que los segundos estén en sus puestos y los primeros no. Yo le aseguro a S. S. que si vuelve, como lo ha sido, a ser digno Ministro de la Gobernación, que creo yo que no lo será, y ya sabe S. S. que yo le quiero bien, no porque S. S. fuera mal Ministro de la Gobernación, no, sino porque si S. S. fuera Ministro de la Gobernación significaría aquí un sistema que a nosotros no nos acomoda; pero yo le aseguro, vuelvo a decir a S. S., que si siendo Ministro de la Gobernación estuviera tomando baños, sustituyéndole un compañero suyo o el Subsecretario, en el momento en que éste llamara a S. S. por una perturbación en el país vendría S. S. ¿No es verdad, Sr. Nocedal? (El Sr. Nocedal: Sí.) Pues eso es lo que debían haber hecho los primeros diputados generales, y no lo hicieron; y no les disculpa decir que les estaban sustituyendo los segundos.

Después lo que sucedió es que en los momentos de [2.784] perturbación, el corregidor quiso tomar ciertas medidas, como corregidor más que como gobernador, como representante de Vizcaya, y encontró obstáculos, rémoras y dificultades en los segundos que substituían a los primeros; por consiguiente, tomó medidas contra los que combatían al Gobierno con las arenas en la mano, pues el Gobierno está en el deber en ese caso de tomar todas las medidas dentro de las leyes que crea convenientes; y para eso, señores, se asesoró de todas las personas importantes de Bilbao, y además, de todo el partido liberal de Bilbao, porque no había de acudir a los carlistas que estaban con las armas en la mano combatiendo la legalidad, y hubo unanimidad en el consejo de todas esas personas; y el acuerdo que se llevó a cabo, mejor dicho, ¿qué consejo y qué acuerdo? en el meeting, que el Sr. Vildósola dice que es una palabra progresista, y que no tiene nada de progresista, es decir, por el origen, y porque sea inventada por progresistas; no es vascuence, ha dicho S. S., pero sin ser vascuence no es progresista, ya sabe S. S. que es inglesa; pues bien el meeting a que acudieron todos los liberales de Bilbao, y allí todo el que no es carlista se llama liberal, y en los momentos de angustia, en los momentos de apuro, en los momentos de lucha, los carlistas están a un lado, y todas las demás opiniones de otro, porque todos son liberales, todos reunidos comprendieron que el Corregidor estaba en su derecho al hacer lo que hizo, y aplaudieron y felicitaron al gobernador por las providencias que había tomado.

Por consiguiente, resultó cierto lo que dice el señor Nocedal: estaban los diputados segundos sustituyendo a los primeros; no hay más sino que como los primeros estaban a un paso de Bilbao, debieron acudir al peligro cuando éste vino, y los segundos debieron contribuir más a que vinieran los primeros. Cierto que dieron algunos una proclama; pero ya sabemos en esos momentos lo que son las proclamas; el gobernador apremia a la Diputación foral, y el Gobierno apremia al gobernador.

Veía el Gobierno que no había hecho la Diputación por comprimir la sublevación, y que, por el contrario, la Diputación foral era conspiradora, había proporcionado recursos y medios, y prestado fuerza. Y el Gobierno entonces decía al gobernador: " ¿qué hace esa Diputación foral? Hay que tratar a esos diputados como a cualquier ciudadano." Y entonces los segundos diputados que estaban allí, secundados por el gobernador, que les decía: Es preciso que hagan Vds. algo contra la sublevación, porque si no aparecen como cómplices; el diputado segundo, a instancias del gobernador, dio una proclama diciendo que sentía mucho la sublevación; pero entre tanto, los diputados primeros estaban el uno tomando baños y el otro enfermo, y entre tanto sin querer asistir a la Diputación foral. Por consiguiente, yo creo que el Corregidor de Vizcaya entonces cumplió con su deber, e hizo lo que podía hacer: nombrar en sustitución de estos diputados primeros otras personas, según jurisprudencia adoptada.

Ahora no hay más camino que esperar a que las juntas de Guernica se reúnan y legalicen esa situación; y yo no puedo hacer otra cosa tampoco, porque sabe el Sr. Nocedal que cuando entré en Ministerio de la Gobernación he encontrado esa situación creada, he encontrado una Diputación foral elegida en momentos extraordinarios por falta de los diputados primeros. ¿Qué he de hacer? Yo no tengo más remedio; yo no puedo legalizar la situación: yo tengo que esperar la reunión de la Junta. Ya he dicho que respeto los fueros, y por consiguiente no tengo más remedio que esperar hasta que naturalmente y por fuero llegue la reunión de la Junta y elija su Diputación; cualquiera otra cosa que se haga es más perturbadora para todos.

Por lo demás, yo no sólo acepto el consejo de no faltar a los fueros, sino que en todo lo que de mí ha dependido, he aumentado, si es posible, los fueros de las Provincias Vascongadas. Se trató de establecer Diputaciones provinciales, me dijeron las provincias: " Diputaciones provinciales, ¿para qué? Para eso esta la Diputación Foral." Yo les contesté: " No tengo inconveniente, yo puedo ahora, les decía, yo puedo defender los intereses del Estado contra los fueros; hay una Diputación foral que tiene ciertas atribuciones que antes no tenía; pues bien, yo puedo hacer que vengan a la Diputación provincial una porción de atribuciones que tiene la foral, y que no son de fuero;" pero con las observaciones que me hacían, dije: " no tengo inconveniente que no haya Diputación provincial, que haya Diputación foral, y absorba en sus atribuciones las atribuciones de la Diputación provincial, como diputación foral, y las atribuciones de la Diputación foral como Diputación provincial; pero que en cambio no ponga obstáculos al Gobierno; pero que en cambio no vaya a servir de instrumento a ninguna bandera política; que se limite a defender sus fueros; que en todo lo que sea justo se les ha de defender y proteger." Vienen las Diputaciones provinciales, y las Diputaciones provinciales se han fundido en las Diputaciones forales: ¿cuándo han tenido eso por derecho reconocido? iPues si han tenido con Gobiernos reaccionarios unas cuestiones terribles en ese punto; si ha habido siempre Diputaciones provinciales! Pues ahora no importa: la Diputación foral puede ser Diputación provincial, y tiene, como Diputación provincial, una porción de atribuciones que de otra manera no tendría, y atribuciones importantísimas, como es la intervención en las elecciones de Senadores del Reino, etc.; y no hay nada que no haya pedido la Diputación foral que no la haya concedido el Gobierno, con tal que no redundara en perjuicio de la unidad nacional, y nunca ha sido aquella Diputación más atendida y más considerada que ahora.

Apelo al testimonio y a la lealtad de los individuos de aquella Diputación para que digan qué obstáculos y qué inconvenientes han encontrado en el Gobierno; el Gobierno desde la revolución acá ha sido más justo y más considerado con aquellas provincias que otros Gobiernos a los cuales prestaron más ayuda y más apoyo que han prestado a éste.

Y todavía el Gobierno está dispuesto a hacerles otras concesiones. Ahora mismo en la provincia de Guipúzcoa hay cuestión sobre si la ley electoral para la cuestión de los municipios quebranta o no quebranta los fueros. Pues yo he dicho: " si los quebranta, se modificará para ponerla en armonía con los fueros, y si ustedes creen que si los curas, por ejemplo, no pueden votar porque lo impide el fuero, no votarán, y se modificará el sufragio universal en este sentido: y he añadido que no tengo inconveniente en influir como miembro del Gobierno para que la ley electoral se modifique y se ponga en armonía con los fueros, con tal que Vds. me demuestren que no puede menoscabarlos en algún punto." No se puede pedir más condescendencia, ni más deseo de observar y conservar el fuero que el que tiene el actual Gobierno y el actual Ministro de la Gobernación.

Pero, señores, ¿qué tiene que ver esta cuestión con [2.785] la cuestión de los fueros? ¿No son fueristas los que constituyen la Diputación foral? Pues ¿qué interés tiene el Gobierno en que sea esta la Diputación foral o en que se nombre otra? ¿Es que cree que la que luego se nombre ha de defender los fueros mejor que la que hay en el día? ;¡Ah, señores! La que había antes ha comprometido los fueros más que la actual. Pero sea de ello lo que quiera,. A esto tiende el Gobierno; y créame el Sr. Nocedal y créame el Sr. Vildósola, me parece que, dado el estado de la cuestión, esto es lo mejor, lo más fuerista y lo más favorable para estas provincias.



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